CONVENCION VIDA Y NATURALEZA
PARA UNA ECOLOGIA RADICAL
CARTA DEL MOVIMIENTO
LA CONVENCION VIDA Y NATURALEZA PARA UNA ECOLOGIA RADICAL es un movimiento de reflexión y acción que pretende promover y confrontar nuevas ideas basadas en dos principios :
1° El hombre, que ha llegado a ser omnipotente por su tecnología y la superpoblación, debe establecer una nueva relación con el mundo en que vive y del cual es plenamente responsable.
2° Debe reconciliarse con la naturaleza y desarrollar cualidades que le permitan vivir de manera armoniosa tanto con sus semejantes como con los demás seres vivos, respetando la diversidad biológica.
El combate por la ecología es por tanto de orden político, económico, social, jurídico, científico, técnico, filosófico y conductista. Suma a los derechos humanos una dimensión ecologista. El derecho a un medio ambiente sano es un derecho fundamental, constitutivo de todos los demás, ya que en un universo privado de espacio, de árboles, de agua o de pájaros la libertad sería solo ilusoria.
La ecología es la única corriente de pensamiento de nuestra época que propone un replanteamiento profundo de las estructuras de nuestra sociedad, nuevas relaciones con los hombres, con el trabajo, la naturaleza y el Tercer Mundo, que cuenta con el equilibrio global del mundo y del planeta, que ofrece la esperanza de poner un término definitivo a la economía que agota, al trabajo que aliena y a la cultura que embrutece.
Todas las políticas tradicionales han demostrado su incapacidad para resolver los graves problemas que se plantean a la humanidad y al planeta. La economía responsable no puede seguir dedicándose a saquear la naturaleza sino que debe velar por que se aprovechen con respeto los recursos, que se repartan de manera equitativa y que exista una nueva organización del trabajo y del comercio.
Esta preocupación no puede detenerse ante las puertas del mundo occidental que sigue imponiendo al Tercer Mundo su modelo catastrófico.
Un sistema político que se preocupe por el bien público a largo plazo induce necesariamente otra concepción de la democracia. Nuevas estructuras de decisión, referéndums de iniciativa popular, control de la Hacienda pública, supresión del Senado de notables rurales, construcción de un poder jurisdiccional europeo, de organismos internacionales de protección del medio ambiente son, entre otras medidas, objetivos imperiosos.
Deben desarrollarse sistemáticamente energías limpias y renovables en detrimento del petróleo, de la energía nuclear y de la expansión desconsiderada de los transportes.
La agricultura productivista envenena los elementos, agota la tierra, destroza los paisajes y martiriza a los animales.
Las manipulaciones genéticas y las patentes de la vida, suponen riesgos aún insospechados para el conjunto de la diversidad biológica. Es urgente recurrir a prácticas respetuosas y someter los adelantos técnicos y científicos a un control ético de los ciudadanos.
El hombre comparte la Tierra con otros seres vivos que conviene respetar y proteger. Los animales son seres sensibles y deben convertirse en sujetos de derecho.
Todas las prácticas crueles (caza, experimentos, corrida, cria intensiva...) merecen desparecer de las democracias auténticas.
Debemos denunciar la ideología destructiva del desarrollo, del antropocentrismo, de la propaganda de mercado y de la sociedad de consumo. Es el precio que deberá pagar una auténtica política de medio ambiente, que proteja eficazmente los lugares, el clima, etc. Con ese concepto se podrá hacer una política que respete la vida y la naturaleza.
La ecología no es un retorno a la tierra sino la escritura de un nuevo capítulo del pensamiento político. Tenemos que acabar con los mitos del desarrollo infinito sobre un planeta limitado, del crecimiento cuantitativo, del progreso destructivo, con prácticas crueles hacia hombres y animales y con las tradiciones que las justifiquen, con el poder del dinero y de la tecnociencia, las lógicas del consumo y los juegos degradantes.
En el momento en que las repúblicas padecen esclerosis por su clientelismo, en que el socialismo se ha desplomado, en que el liberalismo impone su orden : el árbol, para abatirlo, el animal, para torturarlo, el hombre, para explotarlo, el mundo, para envilercerlo, es ya hora de concebir una nueva sociedad y hacerla pasar a otra etapa con mayor sensibilidad, conciencia y compasión. Idear un nuevo mundo se convierte en un desafío.
En este sentido, debe emerger, más allá de las mentalidades, de las nacionalidades, de las etnias, de las religiones, de los comunitarismos, un cambio total, inmediato y profundo. Este cambio es urgente. Pues las demás cuestiones, por muy graves que sean, parecerán todas de menor importancia cuando se trate de saber si mañana será aún posible la vida en la Tierra.